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La Habana, 1928.
Al final de ese banquete neoyorkino, Quinquela recibió una invitación del conde del Rivero, director de “Diario de la Marina” de La Habana, para realizar una exposición en los salones de su diario. “En mi exposición de Cuba vendí dos cuadros, uno de ellos adquirido por el propio Rivero.
La Habana me dio la impresión de una Andalucía tropical. Esos negros que hablan el español como andaluces trasplantados… esas mulatas que parecen gitanas achocolatadas. Cuba es un país alegre, divertido, optimista. Parece que siempre viviera en día de fiesta, cuenta el pintor.
Muñoz, A. (1949). Vida novelesca de Quinquela Martín. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Buenos Aires.

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