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Río de Janeiro, 1920.

 

         “Me parece que estoy metido en mis cuadros y amarrado a los muelles de La Boca, como los barcos que tantas veces descargué antes de trasladarlos a mis telas pintadas, a mis decoraciones murales, a mis cerámicas y a mis grabados.

            Mas amarrado aun que los barcos, que vienen y se van, a veces para no volver. Yo, en cambio, volví siempre al punto de partida. Y cada vez que partí lleve conmigo la imagen de mi barrio, que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fui así como un viajero que viajara con su barrio a cuestas”.

            En Noviembre de 1920, Taladrid fue designado por el presidente de la Sociedad Estimulo de Bellas Artes, para ser el representante de la misma en Rio de Janeiro. Para comenzar ese intercambio, eligio propiciar una exposición de las obras de Quinquela en la ciudad brasileña.

            “habíamos ido por un mes y nos quedamos seis meses a la espera de la sala. Una vez que estuvieron impresas las invitaciones, Taladrid me comunico que la invitación al presidente de los Estados Unidos del Brasil, doctor Epitacio Pessoa, teníamos que llevársela personalemente. En mi portugués chapurreado, le hable mas o menos asi: ‘eu ten honra, seor presidente, de convidar con vose a mi exposicao’.

            Y asi segui hablando con el presientde, agregando a cada rato la palabra honra y vose, el presidente se sonreía y movia la cabeza, como si le hiciera mucha gracia. Entonces tuve la revelación de que había estado “voseando” demasiado al presidente, tratándolo, sin advertirlo, con excesiva confianza y familiaridad. Y volvi corriendo a pedirle disculpas. Pero el presidente, que seguía sonriéndose de mi vose, me tranquilizo: Oh!, nao tem importancia. Va tranquilo vose”, recuerda Quinquela.

            El presidente Pessoa asistió, tal como lo había prometido, a la inauguración de la exposición en la Escuela Nacional de Bellas Artes. La exposición fue un gran acontecimiengo artístico, político y social al que la prensa brasileña y argentina dedicaron varios artículos elogiosos. Quinquela regreso al país con varios cuadros vendidos, colmado de homenajes, honras y discursos.

 

Muñoz, A. (1949). Vida novelesca de Quinquela Martín. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Buenos Aires.

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